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Soy una persona parlanchina, demasiado en ocasiones. Siempre me dijeron que hablaba hasta por los codos y que conmigo no existía el mutismo. Sin embargo, con los años aprendí que el silencio, en momentos adecuados o con las personas correctas, era necesario. La mudez ante las acciones de otros puede decir a gritos lo que ocurre dentro de uno: si te decepciona, emociona, enamora, complace… la cosa es saber colocarlo.
Una historia sin palabras
Keeper es eso: un silencio bien colocado dentro de una historia que no utiliza palabras para narrarse. Es raro que en fechas recientes uno pueda encontrar productos de entretenimiento y/o lúdicos sin diálogos entre sus personajes. Nos volvimos tan afectos al sonido de la voz que no tenerlo se puede sentir extraño, pero te obliga a prestar más atención a otros detalles: en este caso particular, a la música, al lenguaje corporal de sus protagonistas, al ambiente, a los otros personajes que aparecen o a las acciones que realizas.

El estudio detrás de la experiencia
Keeper es el videojuego más reciente de Double Fine, misma desarrolladora que trajo Grim Fandango, Amnesia Fortnight, Gang Beasts, entre muchísimos más. Esta propuesta no decepciona. Si no fuera por Gang Beasts, diría que este es mi primer juego del estudio, aunque sí es el primero en contarme una historia.
Faro y Ramita: una dupla entrañable
En Keeper seguimos la historia de un Faro (al que yo de cariño empecé a decirle “Farito”, súper original) y un ave muy peculiar llamada Ramita. El mundo donde viven empezó a ser consumido por una especie de enfermedad llamada Máculo, palabra que proviene del latín macŭla y significa “mancha”. Sabiendo esto, tienes una idea de que esta “mancha” empezó a consumirlo todo, y lo único que la aleja es la luz.
Al inicio del juego, Ramita es perseguida por el máculo y es salvada por Faro, razón por la cual se queda cerca para ser la fiel acompañante de nuestro protagonista. Faro “revive” luego de lo que pareció una eternidad de inactividad, y cuando empieza a caminar es torpe. En el gameplay tienes que mover el joystick para que pueda mantener el equilibrio; de hecho, es fácil que se caiga.

Una vez Faro empieza su aventura, Ramita se queda a su lado. No hablan, pero te das cuenta por cómo el ave interactúa con nuestro protagonista de que lo quiere. Siempre está posada en el techo o lo que sería la cabeza; al tener miedo se enrosca a su alrededor y se preocupa por Faro.
Un vínculo sin palabras
Es curioso cómo un par de cinemáticas y que Ramita y Farito se necesiten para progresar en la historia, así como ver a Ramita interactuar con el faro en los distintos momentos del gameplay, te va construyendo un vínculo entre ambos. Dos seres completamente distintos que, por azares del destino, pasaron a encontrarse y se quedaron juntos. Sin necesidad de hablar, lograron comprenderse.

Parte de lo interesante de que el juego no tenga diálogos que te expliquen qué sucede o coleccionables que lo hagan, es que te sientes tan perdido como el faro. A su vez, esto alimenta el misterio que rodea la historia. No sabes por qué el mundo está así, ni a dónde tienes que ir. Es un recurso que me encanta para hacer más inmersa la experiencia, porque eres tan inocente y/o ignorante como los protagonistas.
Jugabilidad: simple pero efectiva
El gameplay es simple. Keeper se enfoca más en los rompecabezas que tienes que resolver usando a Ramita y Faro, los cuales, a mi parecer, son sencillos. Si estás acostumbrado a jugar juegos de este estilo, te van a parecer un paseo en el parque; no hay ninguno que te mantenga atorado horas. No es un juego frenético ni uno donde todos los botones hagan algo. Es una aventura que te invita a disfrutar el viaje de ambos y ser parte del mismo.
Quizá el único inconveniente que tuve al momento de jugar fue con el enfoque de la cámara y de la luz que el faro tiene que emitir para resolver los rompecabezas o interactuar con el entorno. No es que sean súper incómodos o imposibles de adaptarse, pero al inicio (hablo desde mi experiencia) puedes tardar un poco en agarrarle la onda a cómo apuntar el haz de luz o a cómo orientar la cámara.
Música y arte: dos joyas
Hay dos detalles que amé con todo mi corazón. El primero es el soundtrack. ¡Es hermoso! No sé si es algo único de mi generación o si soy simplemente así, pero no suelo escuchar discos completos, excepto si son de videojuegos. La música es una parte fundamental de la experiencia, en especial en juegos como Keeper, donde a falta de conversación, algo más debe sentar el tono del ambiente o comunicar qué sienten los personajes.

En este aspecto, su banda sonora hace un increíble trabajo: sientes tensión cuando debes sentirla, sabes que un lugar es lúgubre o incómodo por la música que te acompaña, igual que si algo es nuevo y asombroso. El mundo te maravilla con sus paisajes; la música simplemente te hace compañía, y lo hace de manera fantástica.
En el apartado del arte, en momentos parece una pintura de Monet y en otros es tan surrealista que es fascinante. Varias veces me quedé en un punto mirando todo. Un detalle muy bonito es que, al apuntar la luz del faro a las plantas, estas florecen. Es especialmente hermoso cuando tienes que pasar dentro de unas cavernas y el techo entero se ilumina. Mi consejo: detente un momento y disfrútalo.

Secretos que iluminan la historia
El segundo detalle que me encantó es que todos los logros son secretos, y cuando los desbloqueas, son los que te explican parte de la historia (así fue como yo supe del máculo). Estos se obtienen buscando “coleccionables”: unas estatuas con las que debes interactuar para que se reconstruyan, y así los logros te van a contar qué pasó antes de que Faro volviera a la vida.
Una invitación a dejarse llevar
Keeper quizá no será del gusto de todos, pero si quieres darle una oportunidad, hazlo. Maravíllate con su mundo, fluye con la música y descubre por tu cuenta qué sucedió en este mundo. Acompaña a Faro y a Ramita en su aventura, a través de los reinos que escapan al entendimiento.


