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No es ningún secreto que soy una fanática empedernida de Diablo. Algunos pensarán que esto me hace terriblemente parcial a calificar con alto puntaje el juego, pero al contrario yo creo que cuando uno es fan se vuelve más y más exigente con las nuevas entregas de una saga tan icónica. Sin embargo, desde el primer momento que tuve oportunidad de jugar por primera vez Diablo IV supe que sería exitoso.
Parece pretencioso decirlo, pero es cierto. Si bien en si misma la jugabilidad no es ninguna innovación, el hecho de pulirlo hasta alcanzar la perfección es lo que hace que este título brille. Esta franquicia tiene fans hace casi treinta años por algo, y Blizzard lo conserva y enaltece en esta nueva entrega.
Enorme y más terrible que nunca
Una de las grandes mejoras de este nuevo juego fue simplemente su tamaño. Santuario se siente como una región real del mundo, con cambios en el clima y arquitectura de acuerdo a cada región. Algo a destacar es que tiene pocas pantallas de carga entre secciones del mapa, lo cual nos da una experiencia mucho más inmersiva.
Para poder taclear esta exploración sin desgastar nuestras botas, el juego ofrece monturas que suman velocidad a la experiencia de juego. La historia consta de seis actos, más vasta contrastando a su predecesor que incluía cuatro y un quinto en su expansión. Esta se diluye un poco entre una cantidad brutal de misiones secundarias, que aportan al lore y al look and feel del mundo pero distraen de los grandes eventos que involucran a Lilith e Inarius.
A pesar de esto, es la entrega de este juego con la historia más sólida. Sin duda podría haber sido algo mejor pensada y fluir mejor, pero Lilith es una villana interesante con motivaciones profundas que en varias ocasiones te hace dudar de si combates para el lado correcto.
Inspirados por los viejos maestros
No cabe duda que el arte siempre inspira y Diablo IV no es la excepción. En esta nueva iteración del juego nos distanciamos de Diablo III y volvemos a las raíces de las entregas anteriores, son aterradoras de una forma bella que nos captura. Las pinturas colgando en las paredes y cinemáticas nos remiten a los maestros del arte renacentista, dejando en claro sus referencias e inspiración.
Una de las mejoras incluidas es la opción de tomarte un momento para disfrutar los impactantes escenarios construidos por el departamento de arte. Cuando encuentres una flecha rojo sangre en el piso, interactúa con ella para observar lo visualmente impactante que son los escenarios del juego.
El fin es el principio
Algo que puede no ser bueno para todos es el famoso “endgame”. Una vez que uno termina la campaña para un sólo jugador, ¿Qué sigue? El fin da inicio a una nueva etapa para el jugador. Con excelente timing, obtienes acceso al alcanzar nivel 50 a las ya conocidas mejoras Paragon que irán fortaleciendo a tu personaje para entrar en el nivel de dificultad III o Pesadilla en adelante. Hay opciones para pelear contra otros jugadores o con ellos contra terribles enemigos y un mar de misiones secundarias para explorar.
Por otro lado, si simplemente lo prefieres puedes reiniciar la campaña con otra clase. Elegir entre Bárbaro, Nigromante, Arcanista, Druida y Pícara le da una nueva frescura al juego ya que el gameplay entre ellas es totalmente diferente. Y, en esta ocasión, cada clase tiene un robustísimo árbol de habilidades que te permiten ajustar completamente tu personaje a tu estilo de juego, un gran acierto que da al juego mucha versatilidad.
Inconcluso y desconectado
Ahora, es importante destacar también que nada es perfecto y desafortunadamente Diablo también tiene algunas áreas a mejorar que podrían atacar en subsecuentes expansiones. Para mí tiene dos principales pecados que me parece lastiman la experiencia de juego. La primera es la historia. Sin duda el lore de la saga Diablo es uno de los más ricos y disfrutables de los RPGS y sin embargo la historia se siente inconexa. Es fácil perder pista de lo que esta sucediendo mientras te dedicas a ser el salvador del ciudadano de a pie de Santuario y se siente menos épico que títulos como Diablo I o II.
Sin embargo, es importante destacar que mejora comparado con Diablo III y que indica que el equipo encargado de esto va por buen camino. La actuación de los artistas del doblaje, en especial Caroline Faber (Lilith), ayuda a que esto no se sienta como un error garrafal.
El otro error, es para mí la inclusión de un pase de batalla y una tienda de cosméticos. Entiendo que ese modelo de negocio lentamente se ha ido apoderando de los videojuegos en tiempos recientes pero sin embargo para mi no tienen lugar en un juego que no sea Free To Play. Se entiende el aspecto de negocio, pero lo encuentro innecesario en un juego como Diablo donde el mismo botín te permite equipar aspectos únicos e increíbles con conjuntos legendarios y simplemente si te gusta más como se ve un item modificar su aspecto o color.
Me parece que esto puede desencadenar que después de desembolsar 70 USD por la versión más sencilla del juego la percepción sea de que simplemente hay demasiada ambición de parte de Blizzard. Es claro que los juegos son un negocio pero creo que una expansión posterior sería una forma de ofrecerle más valor al consumidor, nuevos actos o clases para mantenerlo jugando a largo plazo.
Veredicto
Diablo IV bien podría ser el mejor de todos los títulos de su saga. Es contundente, tiene todo lo que esperábamos los fans y más. Las mejoras visuales son espectaculares y la calidad de vida para el usuario está mejor que nunca. No es innovador, pero se entiende que no es necesario cambiar lo que no está roto, y apuesta por mejorar y pulir una fórmula conocida. Lo recomiendo para jugadores nuevos o para quienes ya han jugado algún título anterior de la saga y les adelanto que ya me ví metiéndole tantas horas como a su predecesor. Gracias por leer geekzillo, y recuerda! Nos vemos en Santuario!
El juego fue reseñado, gracias a un acceso anticipado otorgado por Blizzard Entertainment
